La verdadera crisis en Bolivia no es económica, es de confianza

La verdadera crisis en Bolivia no es económica, es de confianza. Descubre cómo la transparencia y la innovación financiera pueden reconstruirla. Somos tu aliado

PAGOS INTERNACIONALES

Max Jungermann

10/11/20253 min read

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En Bolivia hablamos todos los días de economía, de inflación, de dólares, de política y de regulaciones. Pero casi nunca hablamos del tema que más silenciosamente está frenando el crecimiento del país: la falta de confianza.

Porque cuando se pierde la confianza, todo lo demás —las inversiones, el crédito, las alianzas, los empleos— empieza a derrumbarse en cadena. Y eso es exactamente lo que estamos viendo hoy.

Durante los últimos años, el empresario boliviano ha aprendido a moverse en un terreno incierto. A calcular el riesgo político, a negociar con un tipo de cambio volátil, a adaptarse a normativas que cambian de un día para otro. Pero también ha aprendido algo más peligroso: a desconfiar de todo y de todos.

Desconfiamos del sistema financiero, porque a veces parece estar más preparado para decir “no” que para construir oportunidades.
Desconfiamos de las reglas, porque cambian cuando menos se espera.
Desconfiamos de los socios, porque nadie quiere quedarse expuesto.
Y peor aún, desconfiamos del futuro, porque se ha vuelto demasiado incierto como para planificarlo con esperanza.

Esta es la crisis silenciosa que atraviesa el país. Una que no se ve en los indicadores del Banco Central, pero que se siente todos los días en las empresas, en las reuniones, en las decisiones que no se toman.

La desconfianza no figura en los balances, pero pesa como una deuda que todos cargamos.
Cada empresario que posterga una inversión, cada pyme que duda en contratar más personal, cada emprendedor que detiene su expansión “por si acaso”, está pagando un precio altísimo por la falta de confianza.

Ese “por si acaso” es la frase más cara de la economía boliviana.
Porque detrás de cada “por si acaso” hay un proyecto que no nació, un empleo que no se creó, una oportunidad que se perdió.

Mientras tanto, las empresas más grandes buscan seguridad afuera y los emprendedores más jóvenes se marchan con sus ideas a otros países, convencidos de que en Bolivia el sistema no está hecho para crecer, sino para resistir.

Y así, poco a poco, vamos normalizando la incertidumbre. Nos acostumbramos a trabajar con miedo.
Pero ningún país puede prosperar cuando el miedo pesa más que la esperanza.

Sin embargo, toda crisis es también una oportunidad.
La falta de confianza ha dejado un vacío enorme que alguien tiene que llenar. Y quienes decidan hacerlo —con coherencia, transparencia y visión— serán los que marquen el nuevo rumbo empresarial del país.

Las economías no se transforman por decreto: se transforman cuando las empresas, una por una, deciden cambiar su forma de operar.
Cuando la transparencia deja de ser un valor bonito en un eslogan y se convierte en una práctica diaria.
Cuando las empresas deciden no vender humo, sino confianza.

Y ahí es donde la innovación financiera cobra sentido. No como una moda, sino como una herramienta para restablecer la credibilidad.
Hoy la tecnología permite que una transacción sea visible, verificable y segura.
Permite eliminar la letra chica, los márgenes ocultos y los tiempos inciertos.
Permite que el cliente vuelva a confiar porque puede ver en tiempo real lo que está ocurriendo.

Eso, en un país donde la desconfianza se ha vuelto norma, es una revolución silenciosa.

En Finexia SRL creemos que la confianza no se compra, se construye.
Y se construye siendo claros cuando otros callan, siendo consistentes cuando otros cambian de rumbo, y siendo responsables cuando otros prefieren improvisar.

Nuestra apuesta es simple pero poderosa: transparencia total en cada operación.
Mostrar el costo real, el tipo de cambio real y el tiempo real.
Decir siempre la verdad, incluso cuando sea incómoda, porque solo así un cliente puede volver a confiar.

No somos un banco. No pretendemos serlo.
Somos una empresa que nació de la necesidad de hacer las cosas bien, sin atajos, sin opacidad, sin complicaciones innecesarias.
Y queremos demostrar que en Bolivia todavía se puede construir una marca basada en algo tan simple —y tan escaso— como la credibilidad.

Creemos que el futuro de las finanzas en Bolivia no está en los discursos ni en los anuncios políticos.
Está en las manos de quienes están dispuestos a recuperar la confianza perdida.

La crisis de confianza no se resuelve con nuevas leyes ni con promesas.
Se resuelve cuando los empresarios vuelven a confiar en sí mismos, cuando las instituciones cumplen su palabra, cuando las empresas deciden ser honestas aunque nadie las obligue.

Bolivia tiene un potencial enorme. Lo que falta no es talento, ni capacidad, ni recursos.
Lo que falta es confianza: entre quienes producen, entre quienes financian, entre quienes regulan.

Y reconstruirla llevará tiempo, pero cada paso cuenta.
Cada empresa que actúa con claridad, cada transacción transparente, cada cliente que se siente seguro, aporta un ladrillo más a ese nuevo cimiento.

En Finexia trabajamos desde ahí, desde lo más básico pero también lo más poderoso: la confianza.
Porque cuando se recupera la confianza, todo lo demás vuelve a funcionar.
Y cuando eso pasa, el país no solo se estabiliza: empieza, por fin, a crecer.